EFEMÉRIDES AÑO 2018

AÑO 2018

SEMINARIO DE VIDA EN EL ESPÍRITU
EN LA DIÓCESIS DE SEGORBE CASTELLÓN


El domingo 18 de noviembre alrededor de ochenta personas celebramos en el convento de los Padres Franciscanos de Vila-real (Castellón) el retiro para pedir la efusión del Espíritu Santo.

El lema del seminario era:
“El Padre del cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan” (11-13)

Todo comenzó un mes atrás cuando en los distintos grupos de la diócesis ─en sendas semanas─ se impartieron los cuatro primeros temas del Seminario de vida, a saber: Amor de Dios, El pecado, La salvación en Jesús y Fe y Conversión.

Ese domingo todos los hermanos de los distintos grupos de la diócesis, que habíamos ido asistiendo al seminario, nos reunimos para recibir juntos, los dos últimos temas restantes que quedaban: (El Señorío de Jesús y La promesa es para ti) para preparar ─por medio de estas─, nuestro corazón y nuestra mente para recibir ─sin obstáculos─ una nueva Efusión del Espíritu Santo.

Las enseñanzas corrieron a cargo de dos hermanas del equipo diocesano de formación.
El Señor nos bendijo con la asistencia de cuatro hermanos sacerdotes: Don Manuel, D. Alipio, (Asesor espiritual actual de la RCCE en la diócesis) El Padre Miquel (franciscano) y D. José Marín que fue quien presidió la Eucaristía.

Comenzamos con una cálida acogida a los hermanos que iban llegando ─algunos empapados, al estar lloviendo afuera copiosamente y cosa que seguiría haciendo durante todo el día─. Decíamos con humor que esta era el preludio de la lluvia de bendiciones que el Espíritu Santo iba a derramar sobre nosotros. Muchos de estos hermanos hacían el seminario por primera vez y esto era un motivo más de alegría por parte de todos.

La oración de alabanza─ dirigida y animada por un ungido ministerio de música─, nos fue introduciendo en un ambiente de fiesta y expectación.

La primera enseñanza “El Señorío de Jesús” nos llevó a dejar a los pies del Señor todo aquello   que no le dejábamos reinar en nosotros, pues nosotros mismos, nos habíamos erigidos en emperadores de nuestra vida, haciendo girar todo a nuestro alrededor. Con este gesto de entrega ante Jesús Sacramentado y una oración de proclamación del Señorío del Jesús hacíamos el propósito de entregarle todo nuestro reino para que fuese él Solamente el Señor de nuestra vida. 

Durante este tiempo de escucha, de adoración y de alabanza nos dio el Señor dos palabras de esperanza por medio de dos hermanos:(Lm 3,19-26 y Ap. 21,5)

 En la segunda enseñanza” La Promesa es para ti” ─que constaba de dos partes─ nos animaba la hermana con palabras de exhortación y ánimo, a desear y pedir el don del Espíritu Santo sin miedo y sin reservas. Nos recordaba, entre otras muchas, las palabras que San Pedro en (Hech 2,38-39) dirigía a los Israelitas el día de Pentecostés y que ahora eran para nosotros:

  “Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo; pues la Promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro.»"

Con esta enseñanza llegamos al final de la mañana y en un salón del convento, tuvimos una comida de compartir, donde como siempre los hermanos se desbordaron en atenciones unos con otros. Fue también motivo de alegría el que se uniesen a nosotros los padres franciscanos que actualmente viven en el convento. 

Por la tarde, a las cuatro, reanudamos con oración de alabanza los actos programados. Había expectación entre los hermanos, pues llegados a este punto del seminario y anunciado que tras la celebración de la Eucaristía se haría la oración pidiendo la efusión del Espíritu Santo, la emoción iba haciendo su aparición.

Después de impartir la segunda parte de la enseñanza donde se explicaba el sentido de la efusión y como se iba a realizar esta, la hermana que coordinaba el seminario junto al equipo diocesano (Antonia González) presentó y pidió a Don José Marín que nos compartiese su testimonio de conversión. Este lo hizo con gran sencillez y humildad, llegándonos al corazón a todos. Y dimos gracias a Dios por llamar a jóvenes como él al sacerdocio.

Finalizando la Eucaristía Don José hizo una oración pidiendo el Espíritu sobre toda la asamblea, y al finalizar esta se procedió como estaba previsto, a orar de manera individual por los hermanos, que quisieran acercarse a recibir la efusión. Fueron los sacerdotes ─asistidos por hermanos laicos─ los que imponiendo las manos iban pidiendo por cada uno de ellos una nueva efusión del Espíritu Santo.

Muchos fueron los hermanos que fueron tocados visiblemente por la acción del Espíritu Santo y aunque no en todos se manifestó de forma tan evidente, con toda seguridad Él se hizo presente en todos los corazones. 

Al finalizar se volvió a aclarar que no siempre los efectos son inmediatos pero que al transcurso de los días uno descubre que sencillamente ya no está igual que antes y comienzan a distinguirse los frutos de la efusión
.
Al salir, seguía lloviendo, pero no importaba. Como tampoco la gotera que hizo su aparición en medio del salón. Lo que importaba era que el Señor había derramado su Espíritu y con él una lluvia de bendiciones que a buen seguro se transformaran en dones, frutos y carismas para edificación de cada uno y para el servicio y crecimiento de la comunidad.

Damos gracias al equipo diocesano ─con su coordinador al frente, Enrique Vilar─ por haber organizado el seminario, junto a las personas que han servido de instrumento para impartirlo. Damos gracias también a Dios por nuestros hermanos sacerdotes y le pedimos que el Señor los siga bendiciendo mucho en su ministerio, para que sigan siendo instrumentos de su amor. Igualmente, gracias al ministerio de música que con tanta generosidad nos sirven siempre a los hermanos para ayudarnos a entrar en oración y alabanza. Y agradecerles también ─como no─ a los padres franciscanos por la acogida en su casa.

Que María nuestra Madre del cielo ─siempre presente entre nosotros─ interceda por los frutos de este seminario.
 ¡Que todo sea para la gloria de Dios!   
Dori Vidal
Del Grupo de Burriana










Para ver el video:

MARÍA JOSÉ ZORITA,
UN EJEMPLO A SEGUIR



Mª JOSÉ ZORITA VILLALBA
(Miembro del Equipo Nacional de la R.C.C.E)

El pasado 7 de Julio, celebrándose nuestra Asamblea Nacional 2018, nuestra hermana María José Zorita, llamada por Dios, nos dejó para ir a la Casa del Padre.

María José nació en 1951 en Villalba, un pueblecito de Castellón, en el seno de una familia cristiana practicante.

Se casó muy joven. Tuvo dos hijas, Marta, y Rocío que profesó como Agustina Contemplativa.

Conoció la Renovación en 1990, entrando a formar parte del grupo “Reina de los Angeles” de Villarreal, al que ha pertenecido hasta su muerte.

Seducida por el Señor, ha sido en la Renovación Carismática donde se entregó y comprometió con El, en el servicio que en cada momento necesitaron los hermanos.

Fue servidora de su grupo, del equipo diocesano, y, finalmente, coordinadora de la Provincia Eclesiástica de Valencia, y, por tanto, miembro del Equipo Nacional. En esta tarea le ha sorprendido la rápida evolución de su enfermedad.

Mujer fuerte, decidida y valiente, de fe viva, inquebrantable y firme.
Mujer con un gran saber estar...¡y desaparecer!, que no es fácil...

Siempre dispuesta a hacer el bien a quien se lo pidiera o necesitara.

Su lema era “quiero hacer la voluntad del Señor”, “que se cumpla Su Voluntad en mí.”

Al conocer lo grave de su enfermedad, decidió recogerse para prepararse a morir en paz. Quienes hemos tenido la suerte de compartir ese último período de su vida hemos podido admirar la firmeza de su fe, de su confianza en Dios, pues aceptó su situación de forma consciente, entregada y vivida en la presencia y el amor del Señor.

Nos decía que ofrecía esos momentos finales de su vida como servicio y colaboración con el Equipo Nacional y por los frutos de la Asamblea.

María José, desde el dolor te decimos adiós, pero desde la esperanza, el gozo y la paz que el Señor pone en nuestros corazones, sólo nos despedimos hasta volvernos a encontrar en el Cielo.

Te queremos,y te vamos a echar de menos. Descansa en paz, en alabanza junto al Padre.

Antonia González Torres.


SEMANA DE ORACIÓN
DEL 6 AL 10 DE AGOSTO EN TORRENT

Entre los días 6 y 10 del pasado mes de agosto, una cincuentena de hermanos nos reunimos en la Casa de Espiritualidad de los PP. Dominicos (El Vedat de Torrente, Valencia) para celebrar la edición de este año de la Semana de Oración, organizada como siempre por el Equipo Regional de la Provincia Eclesiástica de Valencia. Bajo el lema «Sed santos porque yo soy santo» (1Pe, 1, 16), las enseñanzas –a cargo del P. Moisés– giraron en torno a la exhortación apostólica Gaudete et exsultate, en la que el Santo Padre nos hace una llamada a la santidad.
Durante estos días compaginamos las enseñanzas propiamente dichas sobre el camino hacia la santificación con la reflexión de los fieles, divididos en equipos de trabajo que más tarde ponían en común sus aportaciones. De este modo, el martes meditamos, por un lado, en torno a la figura del Papa Francisco; por otro, sobre los males que afectan al mundo en la actualidad –el reparto poco equitativo de la riqueza, la cultura de la muerte, la ideología de género, el ateísmo, las sectas, el desprestigio e incluso la persecución de la Iglesia de Cristo–, así como sobre lo mucho que también hay de esperanzador en la época que nos ha tocado vivir: la solidaridad, el compromiso de muchos cristianos, el florecimiento de vocaciones jóvenes. El miércoles, el trabajo de los grupos giró en torno a las bienaventuranzas, el camino que Jesús nos propone para alcanzar la santidad y que supone el verdadero programa de la vida del cristiano. Por último, el jueves se reflexionó acerca de la importancia de la comunidad en la vivencia de la fe; reflexión centrada básicamente en la labor de santificación mutua que se lleva a cabo en los grupos de Renovación.

Las enseñanzas del P. Moisés partieron de la idea –manifestada por nuestro Arzobispo, el cardenal Cañizares, en su introducción al texto papal– de que el Pontífice, al que a veces se encasilla como preocupado únicamente por los temas sociales, ha sorprendido a muchos con esta exhortación. Sin embargo, Francisco no hace sino desarrollar en ella la vocación universal a la santidad de la Iglesia, idea ya expresada en la doctrina conciliar. Una santidad reclamada por el mundo actual, en el que tanto abunda el pecado pero en el que, como ya indicara San Pablo, también sobreabunda la gracia. Y es que eso es lo que constituye la santidad: una gracia adquirida por el bautismo y que debe vivirse como el mayor de los dones del Espíritu Santo. Entre los enemigos de la santidad encontramos dos grandes herejías a las que ya los Apóstoles y Padres de la Iglesia tuvieron que hacer frente: el gnosticismo y el pelagianismo. La primera de estas corrientes niega al Dios revelado por Jesucristo –sustituido por un supuesto «Principio Creador»– y defiende que el cristianismo consiste en buscar una «sabiduría» oculta; mientras que la segunda niega el pecado original y sostiene que Jesucristo no es más que un ejemplo a seguir: no sería Él, pues, el Camino, la Verdad y la Vida, sino que el hombre sería capaz de salvarse por sí mismo (idea que está en la base de la denominada «Nueva Era»). Frente a ello, la verdad que Jesús nos propone como camino a la santidad es la pobreza del espíritu, el amor, el perdón, la humildad, el cumplimiento de la Voluntad de Dios, la aceptación de la Cruz; pero también de la Gracia Santificante que solo el Señor puede derramar sobre nosotros.

Y ciertamente Él derramó su gracia sobre el pequeño rebaño reunido en estos días en El Vedat de Torrente para esta Semana en la que, en verdad, ha habido mucha Oración: de alabanza, de adoración, de intercesión… Ha sido este un tiempo de paz y bendición, de convivencia con los hermanos, de testimonio, de reconciliación con el Señor, quien bendijo abundantemente a la asamblea; en especial en la eucaristía final, con la efusión de su Espíritu –momento en que la mayoría de los presentes experimentó el descanso en ese mismo Espíritu–. Un tiempo que, al ser más dilatado que otros encuentros, ha permitido saborear con mayor fruición cuán grande es Dios y que, sin embargo, no ha dejado de tocar nuestros corazones con la intensidad que caracteriza la corriente de gracia que supone la Renovación Carismática; tanto a los novatos –que sin duda hemos quedado con ganas de repetir– como a los habituales de esta cita estival. Acerca de estos últimos, no faltó el recuerdo a nuestras hermanas Mª José Zorita y Mª Carmen Torres, quienes han pasado recientemente a la Casa del Padre.

Gracias al buen hacer del P. Moisés, a la eficaz organización de Enrique Vilar y su equipo, a la fantástica labor del Ministerio de Música (con Sofía a la cabeza) y a todos los hermanos que han hecho posible esta maravillosa Semana. Pero, sobre todo, gracias, como siempre, al Espíritu Santo por salir al encuentro de nuestra pobreza y regalarnos sus abundantes bienes en estos días de retiro. Recemos por sus frutos. ¡Gloria a Dios!
                                                          Esther Fernández López

FOTOS DE LA SEMANA DE ORACIÓN









ASAMBLEA REGIONAL
7 Y 8 DE ABRIL EN TORRENT

RESEÑA FOTOGRÁFICA












ASAMBLEA DIOCESANA SEGORBE-CASTELLON

DE LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA CATÓLICA EN ESPAÑA
25-02-2018.

El pasado 25 de Febrero celebramos con gozo la XIV Asamblea Diocesana en los salones  del convento de los Padres Franciscanos  de Villarreal. A ella acudieron los hermanos de los distintos grupos de nuestra Diócesis para celebrar nuestra fe, viviendo en un clima de oración y alegría.

Empezamos el día con los Laudes del 2º Domingo de Cuaresma y la alabanza y la acción de gracias brotó después de cada salmo. La Lectura Breve de estos Laudes fue auténticamente reveladora y llenó nuestros corazones de paz :     “ Hoy es un día consagrado a nuestro Dios.
No hagáis duelo ni lloréis , pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes pues el gozo por el señor es vuestra fortaleza “    ( Ne. 8, 9-10 )

El lema de nuestra Asamblea fue : CRECIMIENTO Y CARISMAS y lo impartió nuestro coordinador diocesano Enrique Vilar.

Fue una enseñanza ungida que nos hizo ver lo necesarias que son la lectura interiorizada de la Palabra así como la escucha atenta a la voz del Señor en el silencio.

Enrique insistió en que si no hay escucha y oración con la Palabra no hay crecimiento y no hay carismas. El pueblo de la Renovación tiene que ser el pueblo que alaba las grandezas del Señor pero también el pueblo que le escucha con un corazón abierto y sencillo.

Aspirar a los carismas mayores, como dice San Pablo, supone alimentar nuestra alma con la vida sacramental y la escucha atenta al Señor porque de lo contrario nuestra vida espiritual moriría como una planta a la que no regamos. Fue este un ejemplo claro que nos puso Enrique.

Después de la enseñanza celebramos la Eucaristía, el punto álgido y central de nuestra vida cristiana y tuvimos gran alegría al ver que era nuestro Obispo y Pastor Don Casimiro López Llorente el que la presidía con el Padre Antonio, párroco de los Franciscanos.

Fue un momento fuerte y hermoso. El pueblo de la Renovación carismática con su Pastor. Hermosa celebración y hermosa y ungida homilia que, sin saberlo estuvo totalmente en la misma línea que la enseñanza que nos impartió por la mañana nuestro coordinador Enrique. ¡ Cosas del Espíritu Santo !

Nuestro obispo nos dijo que había en el interior del hombre de hoy demasiado ruido para poder escuchar la voz del Señor. Había que hacer silencio y profundizar en la Palabra. Señaló la importancia de la comunidad para el crecimiento.
Tuvimos después de comer una hora de Adoración ante el Santísimo. Ante el Señor de Señores nos sentimos pueblo amado en nuestras debilidades y flaquezas y a esto nos ayudó la escucha de algunos pasajes evangélicos. Todo fue don, todo fue gracia.

Al final un representante de cada grupo compartió las vivencias y el caminar de la realidad que viven nuestros grupos.

Agradecemos y valoramos profundamente la presencia de nuestro Obispo D. Casimiro y la acogida de los padres franciscanos y damos gloria al Señor porque una vez más ha estado grande con su pueblo. María, la Madre del Señor y Madre de la Iglesia, ha estado y estará siempre en nuestros grupos.

José Vte Palmer. Grupo Reina de los Angeles 

FOTOS DE LA ASAMBLEA